El Sendero de Jung

Transferencia y Contratransferencia en la Obra de C. G. Jung

Escrito por nelson costa

Siendo la transferencia en la teoría freudiana un aspecto fundante en lo que hace al tratamiento analítico, tampoco podía dejar de ser considerada por el investigador suizo. Debemos señalar, que el término transferencia evoca inmediatamente la clínica, dado que son dos aspectos inseparables; más aún, su efectuación, en líneas generales, sólo puede observarse en el ya citado campo. Pero debemos acentuar un aspecto: hay tantos tipos de transferencias como pacientes. Freud quien muy tempranamente se abocó a su estudio, entendió que la misma era producto de deseos inconscientes que se restablecen en situación de análisis, especialmente la repetición de prototipos infantiles pero vividos con un sentimiento de actualidad, con lo que se logra investir al terapeuta con dichas imagos primarias y consecuentemente con las cargas de amor (a veces eróticas) y odio que supieron tener en su momento. Este concepto, sin embargo, dio lugar a un exceso en su aplicación, lo que llevó a que muchos psicoanalistas consideraran todos los fenómenos que surgen en el espacio terapéutico como exclusivamente transferenciales.

Llegados a este punto, la aparición de Jung en el firmamento de la denominada psicología profunda va a marcar, a nuestro entender, un punto de inflexión respecto de este tema y de su tramitación en la clínica.

Dado que esta cuestión es muy extensa, en aras de la brevedad de un escrito sólo intentaremos destacar algunos de sus aspectos más importantes. En 1914, Jung da a conocer un artículo denominado "Cuestiones psicoterapéuticas actuales"[1] donde puede leerse que sea la transferencia positiva o negativa, la misma consiste en una investidura libidinal del médico el que adquiere un valor emocional para el paciente. Mediante el afecto o la oposición el paciente ha de quedar ligado, de ahí que la empatía tenga forzosamente presencia. Sin embargo, Jung va a hacer hincapié en que no la puede concebir como un mero transferir fantasías erótico / infantiles, sino que también ve en ella un proceso de adaptación. Digamos de paso, que el concepto de empatía es lo que T. Lipps entendía como la vivencia a través de la cual el sujeto alcanza el conocimiento de los estados psíquicos ajenos, perteneciendo este fenómeno a un nivel puramente afectivo. No debe ser extraño entonces, que la empatía nos permita acercarnos a la transferencia a partir de una lectura simbólica, dado que una "vivencia" es un procesamiento absolutamente personal de afectos proyectados sobre el terapeuta y que si bien a veces pueden ser infantiles, en otras oportunidades, alumbran imágenes y contenidos inconscientes arcaicos y primitivos.

En un libro de Jung 1916/28 con revisión en 1934, "Las relaciones entre el yo y el inconsciente", Jung nos sumerge en un ejemplo relativo a sueños de una paciente suya cuya problemática estaba relacionada con un complejo paterno. Dichos sueños, a los que considera de netos contenidos transferenciales, si bien arquetípicos, mostraban imágenes extrañas y desfiguradas tanto de la soñante como del terapeuta. Particularmente la de éste último, donde ora tenía una estatura sobrenatural, ora era un anciano de muchísimos años. Es indudable que en este caso, el inconsciente de la soñante proyectó la figura de su padre en la del terapeuta, pero con un distingo muy especial: la consecuente necesidad de otorgarle atributos sobrehumanos: estatura gigantesca, edad inmemorial, sabiduría, etc. Si pensamos un poco en estas características, llegaremos a la conclusión, junto con Jung, que sólo el orden de lo simbólico nos permitiría dilucidarlas, dado que el símbolo, como se sabe, es un transformador de la energía psíquica. La conclusión casi lógica que se extrae de la mencionada proyección transferencial, es que la misma nos vincula más a una idea arquetípica, como si fuera la de una divinidad, que aquella que podría sustentar la del padre real. A priori, no hay ninguna razón que imposibilite que las tendencias inconscientes tengan un objetivo situado más allá de la persona humana, es decir, en niveles simbólicos como los ya señalados.

Jung no era ajeno a las consecuencias que los efectos transferenciales podrían producir, por eso llegó a decir que prefería que a veces la misma pasara desapercibida, sin por ello dejar de reconocer como lo hiciera en su autobiografía[2] que era una de las cuestiones en la que concordaba con Freud. Y si bien, reconocía su importancia, también supo decirnos que la misma era también relativa y que cabía compararla con aquellos medicamentos que en unos actúan como remedio y en otros como un verdadero veneno.[3]

Pero poco avanzaríamos en nuestra transmisión si no destacáramos realmente la profunda diferencia que en este campo surge entre la concepción freudiana y la junguina. Años de experiencia clínica le permitieron demostrarse y demostrar que la relación entre paciente y analista es de "combinación". Cuando dos cuerpos se "combinan", metáfora relativa al campo terapéutico, no sólo el paciente queda involucrado, sino también el terapeuta. Este último aspecto deberá entenderse como una suerte de transformación que se va operando entre ambos protagonistas. En otras palabras, el campo terapéutico debe ser fluido y para nada rígido, siendo el analista alguien que intenta escuchar y decir algo en un mismo plano que su paciente, el de la existencia. Una derivación saludable y lógica de un planteo como el que venimos señalando es la aparición de la denominada contratransferencia.

Sabemos desde Freud que para su doctrina la aparición de la contratransferencia era un obstáculo, una especie de resistencia proveniente del mismo analista, por lo cual la consideraba en forma negativa. Todo lo contrario como ya hemos dejado entrever sucede desde la visión de la psicología analítica.

Al producirse necesariamente un influjo recíproco entre el terapeuta y su analizando nos vamos a hallar frente a un proceso dinámico y permanente. No es infrecuente entonces, la aparición de ideas o pensamientos en el terapeuta que se encuentran directamente relacionados con su escucha. Mas aún, no deben descartase sin ser investigadas previamente, la aparición de alguna fenomenología de orden intuitivo en el analista, dado que pueden ser caminos de señalización para llegar a una mejor comprensión clínica.

Como vemos, no sólo la transferencia será de importancia, sino también la contratransferencia, la que se halla en la base misma del acto creativo terapéutico.

Bibliografía:

Jung, C.G. (1972)" La psicología de la transferencia", edit.Paidós, Buenos Aires. Jung, C.G. (2000) "Cuestiones psicoterapeúticas actuales" en Obra Completa, edit. Trotta, vol.4. Jung, C.G. (1981) "Recuerdos, sueños, pensamientos", edit. Seix-Barral, Barcelona. Jung, C.G. (1990) "Las relaciones entre el yo y el inconsciente", edit. Paidós, Barcelona.

Cfr.(1)Jung. C. G.(2000) "Obra Completa", Vol 4 págs, 268/ 269

(2))Jung, C.G. (1981) "Recuerdos, Sueños, Pensamientos". (3)Jung, C.G. (1972) "La Psicología de la Transferencia", pág. 23.

About the author

nelson costa

Profesor de Psicología de la Universidad J.F. Kennedy y U. Maimonides. Presidente de Afipa. Asociación de Formación e Investigación en Psicología Analítica. C.G. Jung.Instituciones con sede en Buenos Aires, Argentina.

(Developing Group of the International Association for Analytical Psychology (IAAP)